Desde el nacimiento …un 15 de febrero de 1811…
Haber sido engendrado en mayo de 1810 tuvo algo de premonitorio. Pensar en ese nacimiento, en los nueve meses de su gestación, y en Paula, esa madre austera y laboriosa…y tan amada por Sarmiento, es iniciar el camino de las remembranzas…Vivir un nacimiento es arrullar un presente y un apostar al futuro…Es un libro de bitácora que encierra los hechos cotidiano y los sueños que aun no pueden concretarse, pero que están allí, a la vuelta de todas las mares…o alojados en puertos encantados.
El camino hacia el bicentenario de su nacimiento permitirá develar y revelar, una vez más, cuán extraordinarios fueron sus actos…y sus escritos….porque nada le fue ajeno…y su obsesión por enseñar…..por aprender….por provocar…. por hacer… por construir una idea de república…y proyectar su futuro….en síntesis un compromiso con su época , su tiempo y el de las nuevas generaciones.
Su curiosidad nunca tuvo límites, al igual que su imaginación. Un hacer inquebrantable lo consumía. Y la Patria ocupaba un rincón importante de su corazón. No en vano tituló al Capítulo Primero del “Facundo”, “Aspecto físico de la República Argentina y caracteres y hábitos que engendra”, libro escrito en Chile, a los 34 años, y donde a pesar de no haber recorrido el territorio argentino lo describe magistralmente, y por ello me complazco y leo algunas descripciones de allí copiadas:
“ La inmensa extensión de país que está en sus extremos es enteramente despoblada, y ríos navegables posee que no ha surcado aún el frágil barquichuelo. El mal que aqueja a la República Argentina es la extensión: el desierto la rodea por todas partes, se le insinúa en las entrañas; la soledad, el despoblado sin una habitación humana, son, por lo general, los límites incuestionables entre unas y otras provincias. Allí la inmensidad por todas partes: inmensa la llanura, inmensos los bosque, inmensos los ríos, el horizonte siempre incierto, siempre confundiéndose con la tierra entre celajes y vapores tenues que no dejan en la lejana perspectiva el punto en que el mundo acaba y principia el cielo.”
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La parte habitada de este país privilegiado en dones, y que encierra todos los climas, puede definirse en tres fisonomías distintas que imprimen a la población condiciones diversas, según la manera cómo tienen que entenderse con la naturaleza que la rodea.
“… la tierra como en el mapa; la tierra aguardando todavía que se le mande producir las planta y toda clase de simiente.”
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“ De todos estos ríos que debieran llevar la civilización, el poder y la riqueza hasta profundidades más recónditas del continente y hacer de Santa fe, Entre Ríos, Corrientes, Córdoba, Salta, Tucumán y Jujuy otros pueblos nadando en riquezas y rebosando población y cultura, sólo uno hay que es fecundo en beneficios para los que moran en sus riberas: el Plata, que los resume a todos juntos.”
Bajo un clima benigno, señora de la navegación de cien ríos que fluyen a sus pies, reclinada muellemente sobre un inmenso territorio, y con trece provincias interiores que no conocen otra salida para sus productos, fuera ya la babilonia americana si el espíritu de la pampa no hubiese soplado sobre ella y si no ahogase en sus fuentes el tributo de riqueza que los ríos y las provincias tienen que llevarla siempre.”
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“… ya sea que la tierra esté cubierta de la lujuriosa y colosal vegetación de los trópicos, ya sea que arbustos enfermizos, espinosos y desapacibles revelen la escasa porción de humedad que les da vida; ya, en fin, que la pampa ostente su despojada y monótona faz, la superficie de la tierra es generalmente llana y unida, sin que basten a interrumpir esta continuidad sin límites las sierras de San Luis y Córdoba en el centro, y algunas ramificaciones avanzadas de los Andes al Norte: nuevo elemento de unidad para la nación que pueble un día aquellas grandes soledades…”
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Y afirma contundente:
“La República Argentina es una e indivisible.”
Y así también dibujó el mapa de su vida y lo expuso sin pudores ni temores. Orgulloso de someterse al juicio de la posteridad, deber propio de los hombres públicos.
Pero quisimos partir desde la figura señera y decisiva de Paula, de esa madre con la que compartió tribulaciones y penas y a la que intentó hacer dichosa, para que su felicidad se confundiera con la propia. Desde su nacimiento, un año menor que el de la Patria, la madre acompañó sus más íntimos pensamientos y le puso la ternura a sus sentimientos.
De ella devino su entereza moral, de esa Paula Albarracín que había amasado su espíritu con el amor del pan de cada día, en una casa humilde del barrio del Carrascal de San Juan, que es símbolo de pueblo, de esa madre estoica, que al darlo a luz en 1811, simboliza la patria fecundada en libertad.
In memorian, pues, a Paula y a Domingo Faustino Valentín…Que así sea!
Santa fe, 11 de septiembre de 2010. Lautaro Schurjin
“Facundo”-Domingo Faustino Sarmiento-Editoriales Ramón Sopena- Buenos Aires-1947.