De Belgrano a Sarmiento
Escribir
este 15 de febrero de 2012 algo referido
a un nuevo aniversario del
nacimiento de Domingo Faustino
Sarmiento, nos lleva inevitablemente a recorrer la figura de Manuel Belgrano,
cuando justamente este año, más precisamente el próximo 27 de febrero, se
cumplen los 200 años del izamiento de la Bandera Nacional a orillas del río
Paraná.
Manuel
Belgrano, al enarbolar por primera vez la bandera en la ciudad de Rosario el 27 de febrero de
1812, expresó un acto de libertad, que le trajo no pocos problemas con el poder
de Buenos Aires. Fue una decisión
valiente, fundada: "...siendo
preciso enarbolar bandera, y no teniéndola, la mandé hacer blanca y celeste
conforme a los colores de la escarapela nacional". El 23 de agosto de
1812, en la torre del templo de San Nicolás, por primera vez en Buenos Aires se
hace tremolar la bandera de la patria y tuvieron que pasar más de cuatro años
para que el pabellón nacional fuera finalmente reconocido oficialmente por el
Congreso de Tucumán.
Poder
analizar las vidas de Manuel Belgrano y de Domingo Faustino Sarmiento, hombres del siglo XIX, que recorrieron e
hicieron la Patria Grande, en
diferentes tiempos y espacios, pero con los mismos ideales republicanos y libertarios,
oponiéndose a cualquier tipo de dictadura,
es una oportunidad no solo para valorar el pasado, sino también para
observar el presente de esta Argentina tan particular.
Es interesante conocer la opinión que de Manuel Belgrano tenía
Domingo Faustino Sarmiento:
“El General Belgrano es una figura histórica
que no seduce por sus apariencias, ni brilló como genio de guerra como San
Martín, ni dejó rastros imperecederos de instituciones fundamentales como
Rivadavia…Belgrano es uno de los poquísimos que no tiene que pedir perdón a la
posteridad y a la severa crítica de la historia .…Sus virtudes fueron la
resignación y la esperanza, la honradez del propósito y el trabajo
desinteresado. Su nombre se liga a las más grandes faces de nuestra
independencia, y por más de un camino si queremos volver hacia el pasado, la
figura de Belgrano ha de salirnos al paso… Su muerte oscura es todavía un
garante de que fue ciudadano íntegro, patriota intachable”.
Ciudadano integro, patriota intachable,
esperanzado, honrado, desinteresado…palabras, adjetivos calificativos hoy desconocidos, no porque ignoraremos su
significado, sino porque estos están
totalmente en desuso.
Sarmiento… Belgrano. Tan distintos. Uno
visceral, impredecible; el otro, calmo y reflexivo, Sin embargo, fueron dos
hombres libres, cada uno en su coyuntura
particular. Dijeron siempre lo que realmente pensaban e hicieron lo que debían,
más allá de si eso les convenía o no. Los dos defendieron la educación
pública y sobre todo la obligación de los
gobernantes de garantizar la educación a las futuras generaciones, expresando con firmeza que un pueblo que no fuera culto no podría ser libre
y caería a merced de los tiranos. Y
aunque encontramos en su prédica diferencias entre ambos, ya que mientras
Belgrano en su Reglamento de Escuelas, incluía la enseñanza religiosa y la
práctica religiosa dentro de las obligaciones de los alumnos, Sarmiento fue un defensor de la educación
popular y laica. Y el resultado de la
lucha de estos dos titanes de la libertad es la ley 1420 de Educación Común promulgada en l882,
durante la presidencia de Julio Argentino Roca. y en cuyos debates
parlamentarios, la cuestión religiosa fue tema de los más ardientes debates y
sus efectos revolucionarios y libertarios sobre toda América latina no han
podido ser emulados .
También
unen a Belgrano y a Sarmiento su preocupación por la educación de la
mujer. Manuel Belgrano escribe en las páginas del
Correo de Comercio sobre la necesidad de
fundar escuelas públicas para la enseñanza de las niñas, la que sería complementada posteriormente con la enseñanza
de oficios, tales como hilar, tejer y
coser, destacando a la necesidad de la educación de la mujer, junto con la
incorporación al mundo del trabajo, como un medio de promoción social; así valoraba a
la educación de la mujer como factor indispensable para formar buenas madres,
quienes se encargarían de educar a los futuros ciudadanos.
Sarmiento por su parte consideraba a
la mujer como uno de los ejes fundamentales de la empresa civilizadora que
había que encarar, porque a través de ella, se vinculaban el hogar, la escuela
y la sociedad. Escribió que: “Se
puede medir el grado de civilización de un pueblo por el nivel social de la
mujer”.
Para Sarmiento si se pretendía
instaurar en el país un régimen republicano y democrático era necesario contar
con una población que estuviera informada y formada en esos valores: “La instrucción pública, que tiene por
objeto preparar las nuevas generaciones en masa para el uso de la inteligencia
individual, por el conocimiento aunque rudimental de las ciencias y hechos
necesarios para formar la razón, es una institución puramente moderna, nacida
de las disensiones del cristianismo y convertida en derecho por el espíritu
democrático de la asociación actual”
Muchos de los pensamientos
belgranianos hubiesen sido refrendados, sin dudarlo, por Sarmiento y valgan los
siguientes ejemplos: “Deseo ardorosamente el mejoramiento de los pueblos. El
bien público está en todos los instantes de mi vida…”, “La agricultura es la
madre fecunda que proporciona todas las materias primeras que dan movimiento a
las artes y al comercio.”, “…mucho me falta para ser un padre de la Patria, me
contentaría con ser un buen hijo de ella…”;
Belgrano fue uno de los más insignes Hombres
de Mayo y uno de los gestores de nuestra Independencia, mientras que Sarmiento
realizó una obra muy meritoria en los distintos ámbitos de su actuación
pública, y especialmente como Presidente de la Nación –1868-1874 – fundó
instituciones claves para la vida republicana-. Para ellos “La vida es nada si
la libertad se pierde”
Hoy
nos une un presente que rememora actos de libertad como son los 201 años
del nacimiento de un niño en el Barrio
pobre del Carrascal en San Juan, y los
200 años de una gesta libertaria y valiente como fue la de enarbolar el pabellón
nacional, el único símbolo que nos hermana con sus colores y que sostiene la
soberanía de nuestra Nación.
Solo resta decir que tanto Sarmiento como
Belgrano murieron pobres y que ambos siguen siendo banderas de austeridad
republicana, de progresismo. Ambos nos legaron que la lucha por una patria
justa es la verdadera “bandera refulgente…” “…exclamando a su paso: ¡Libertad!
¡Libertad! ¡Libertad!”. Que así sea.
María
Claudia Pettinari.
Presidenta
Asoc.
Civil “Instituto Sarmientino de Santa Fe”
Santa
fe, 15 de febrero de 2012.
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