Camino al Bicentenario del nacimiento de Faustino Sarmiento, la Asociación Civil Instituto Sarmientino de Santa Fe abre este blog para recorrer las múltiples facetas de la vida de Sarmiento; promover a la vez alrededor de este eje sarmientino un espacio convocante de ideas y de temáticas donde se entretejan "(...) el tiempo que es depués antes y ahora".



lunes, 10 de marzo de 2014

Los males que nos aquejan...

Cuando Sarmiento escribe “De la Educación Popular” (1849) detalla los males que aquejaban a las incipientes naciones de América latina, y hace de “la educación popular” una propuesta concreta de educación permanente para todos los habitantes de la América,  como derecho a la vida republicana,  sobre todo como derecho a la libertad de pensamiento y contra cualquier tipo de abuso de poder. En el aniversario 202° del nacimiento de Domingo Faustino Sarmiento, este 15 de febrero de 2013, la idea es reflexionar juntos respecto de la política educativa y su relación con los males que nos aquejan

La mayor dificultad que a la difusión de la instrucción se opone entre nosotros nace de que no se quiere bien lo mismo que se desea; de que no hay convicciones profundas y que no se ha sondeado la llaga, ni apreciado suficientemente la extensión del mal. Cuando aquella convicción nazca de este estudio, la aplicación del remedio parecerá a todos,  cosa fácil y hacedera, puesto que nada vamos a inventar, nada a crear que no haya sido puesto en práctica en diversos países, y dado resultados completos, habiendo todo el mecanismo de procedimientos, convirtiéndose en leyes y reglamentos vigentes, de una aplicación practicable, bajo todas las condiciones de localidad, y según cada grado de civilización y sistema de gobierno de las naciones que lo han ensayado “De la educación Popular”. Domingo Faustino Sarmiento (1849:40)

A 163 años de la obra citada, resulta un severo llamado de atención, por  no haber logrado a la fecha, ni cuantitativamente ni cualitativamente, que se concrete el derecho a la educación permanente  para todos y cada uno de los habitantes del territorio nacional.

 Los principios del derecho a la educación están expresamente enumerados   en la Constitución Nacional, en las Constituciones Provinciales, en la Ley Nacional de Educación N° 26606/2006, en las diferentes leyes de educación provinciales, ( Santa Fe no tiene Ley de Educación) incluso en las resoluciones del Consejo Federal de Educación. Pero  todo lo dicho no llega aún al hecho  ni al derecho.
Más aun, todos los diagnósticos con coincidentes: el 6% del presupuesto para educación sigue sin garantizar la enseñanza y el aprendizaje en un rango igualitario

Es hora entonces de pensar en los cambios desde  una propuesta curricular oficial, no ya como el listado de contenidos o de metodologías, de áreas, o de materias  “a dar” en el jardín, en la escuela, en el instituto o en la universidad, sino en un currículum oficial  como una síntesis de la  cultura. Porque la enseñanza y el aprendizaje se organizan a través del curriculum, que es sólo un instrumento, un texto, pero que abre posibilidades para el diálogo, el cambio, la ruptura o la creación.

  Es hora de empezar a pensar y a trabajar en una propuesta curricular para una educación permanente, cuyo planteo educativo atraviese la vida, la cultura,  de todos  los hombres y mujeres Hablamos de la necesidad de una propuesta curricular  que como “una práctica social de resistencia, de lucha social” (Alicia de Alba 1995), nos empiece a mostrar el camino del protagonismo ciudadano hacia la superación de los males  que nos aquejan, sin maniqueísmos,  ni falsas profecías.

Sarmiento, en el siglo XIX  nos dejó la posta. Es hora de empezar a trabajar en política educativa y en definiciones curriculares que formen al ciudadano como  ser histórico y social, ser que se construye y va cambiando, en y desde la realidad que vive cada día Docentes, alumnos, padres, sociedad tendrán que asumir que son protagonistas del conocimiento, y actuar en consecuencia La educación no se nutre de  espectadores de falsos escenarios, ajenos a la realidad. Y Como Sarmiento, cuestionar, ¿ por qué se enseña lo que se enseña?, ¿en qué consiste el saber?, ¿de quién es ese saber?, ¿cómo se produce?, ¿quién habla a través de los textos?, ¿a quién se silencia?, ¿quién se beneficia?

Solamente cuando nos apropiemos de la historia y de la cultura, podremos empezar,  en cada jardín, en cada escuela, en cada universidad a definir curricularmente esa educación, esos conocimientos (y no los contenidos), que necesariamente tienen que estar presentes para la formación ciudadana, libre y democrática,  

La educación es un camino, una experiencia que hay que querer vivir y que además vive en el lenguaje, en el querer decirlo…y decirlo y escribirlo…y compartirlo. Es un campo social donde juegan necesidades, derechos humanos y donde se enfrenta la exclusión social

¿Podremos empezar a concretar  una propuesta educativa curricular que enseñe al habitante de la república a identificar la producción discursiva vacía, el discurso deliberadamente hueco y superficial  que ataca,  sin resolver los problemas, de la política democrática y responsable?  Porque es desde la resolución  de los  conflictos que nos aquejan -seguridad, inflación, trabajo, salario, producción, salud, pobreza- que podremos empezar a definir políticamente  una propuesta educativa permanente que nos alerte sobre los discursos que exponen una hostilidad a los mecanismos representativos de la democracia en los que se sustenta la República.

Reconocida,  e incluso criticada actualmente,  es la aversión que Sarmiento tenía hacia el caudillismo latinoamericano o a los regímenes autoritarios con sus tendencias verticales que  dicen una cosa y hacen otra. De allí su lucha por  una  propuesta educativa y popular. “…Y será en su vida cotidiana, acompañado de las lecturas de diarios, de la vida pública, los espectáculos y el contacto con los otros hombres que este continuo aprendizaje culmine sólo con la vida misma, y que él mismo será la esencia del hombre civilizado, del ciudadano que se opone a la barbarie, irrevocablemente educado en costumbres, ideales, normas y aspiraciones…”.  La educación se construye como una experiencia en una relación tejida entre todos, donde la vida no se detenga ante las puertas de las escuelas. “Somos andando” decía Paulo Freyre.   


María Claudia Pettinari
Asociación Civil “Instituto Sarmientino de Santa Fe”

Febrero 2013

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